Los primeros catequistas en la vida de un niño son los miembros de la familia con los que vive. Lo que sucede en casa, tanto positivo como negativo, ofrece lecciones de por vida. En la familia, la fe se comparte como parte del desarrollo de la vida diaria. El hogar o “iglesia doméstica” proporciona un lugar real en el que el niño aprende a vivir su fe y a comprenderla.
Nuestro objetivo es crear un programa de formación en la fe para toda la vida que se centre y fluya de los eventos de la vida de la Iglesia. Abarca todas las edades y generaciones, promueve el crecimiento de la fe en el hogar y promueve la participación en la vida de la Iglesia.